Durante los últimos meses, en El desconcierto hemos estado recolectando citas de acuerdo con el método artesanal tradicional (leer). Después de seleccionarlas cuidadosamente y traducir las que así lo requerían, las hemos barajado y dispuesto en el orden que nos ha parecido más provechoso. Para dar agilidad y restar prejuicios a la lectura, las referencias a los autores han sido retiradas (y, a efectos de evitar cualquier infracción en materia de derechos de autor, resituadas al final del texto).
Damas y caballeros, con todos ustedes, en primicia: las citas a ciegas.
Ni de un baño ni de un discurso se saca utilidad, si no limpian.
Yo no creo en nada de lo que digo, y por eso lo digo, porque lo he pensado.
El saber escuchar es el principio de saber vivir bien.
…como si lo que deseamos por encima de todo fuera ser libres. No es nada seguro. Yo, por ejemplo, no estoy seguro de querer ser libre, es decir, desapegado. También tengo ganas de estar ligado, de ser requerido, y no sólo libre.
Una religión sólo está viva antes de la elaboración de los dogmas. Tan sólo creemos de verdad mientras ignoramos lo que debemos creer exactamente.
En el acto público, los comparecientes prestan su atención
al orador; ahora bien, la atención es sagrada, porque somos seres atencionales y donde está nuestra atención está nuestro corazón y nuestro ser por entero. Por consiguiente, prestar nuestra atención es prestar nuestra alma. De modo que, ¡por los dioses!, los oradores harían bien en recordar siempre que la amable audiencia les presta su atención pero no se la regala y que, una vez terminada su intervención, vencido el préstamo, han de devolverla sin grave quebranto atencional.
Esto es lo que define a la obra de arte: no ser consumible. Lo bello es algo que despierta mi deseo al decir precisamente «no me consumirás». Por ello, toda obra de arte es una obra de duelo gozosa.
Amar una cosa es estar empeñado en que exista.
Unos creen que existe un esfuerzo propio del que habla y ninguno por parte del que escucha, sino que exigen que aquél venga habiendo pensado y preparado su discurso, mientras que ellos, irreflexivos y despreocupados de sus deberes, se sientan dispuestos a pasarlo bien, como los que llegan a un banquete sin más, mientras trabajan otros. En verdad existe un deber propio del convidado agradable, pero mucho más del oyente.
No debatir con el primero que llega, sino únicamente con las personas que uno conoce y de las que sabe que son suficientemente razonables para no ponerse a soltar absurdidades y a cubrirse de ridículo. Y para apoyarse en argumentos fundamentados y no en sentencias inapelables; y para escuchar las razones del otro y admitirlas; personas, en fin, de las que uno sabe que aprecian mucho la verdad, que les gusta escuchar buenas razones, incluso en boca de su adversario, y que tienen suficiente sentido de la equidad para poder soportar el estar equivocados cuando la verdad está en el otro campo. De ello resulta que de cada cien personas apenas se encuentra una que sea digna de que se discuta con ella.
…lo difícil, lo genialmente difícil, que es en esta vida desempeñarse dignamente como persona corriente.
Los hombres se agrupan tan sólo para huir de la paz.
tantos yos (tantos dioses y enemigos
a cuál más ambicioso) es un hombre
…
necio al llamarle “yo” cómo pretende
comprender a no numerable quién?
No leer cuando lo tienes todo hecho, sino leer para no hacerlo todo.
La curiosidad es la modalidad intelectual del deseo.
Todo hombre culto tiene hoy en su casa una biblioteca al menos diez veces mayor que la de Montaigne (y la entera Biblioteca de Alejandría digitalizada y disponible en Internet). Con esta idea en mente, está en su mano pasearse por las mesas de novedades y, suspendiendo la racionalidad instrumental del mercado, decirse: «¡Qué grande es el número de libros que no necesito!»
La tristeza del estudiante: nada es más amargo que una prolongada demora de la potencia.
El infiel es alguien que no recuerda o que recuerda mal. Se podría ir más lejos y considerar que la memoria es la condición misma de la vida moral.
Quitado es lo que está, ¡y bien quitado! ¿Acaso lo tengo yo ahora? … Lo que yo digo es que me lo den, ¡que me devuelvan lo bailado!
El derecho del hombre a no matar. A no aprender a matar. No está escrito en ninguna de las constituciones existentes.
La remembranza es una traición a la Naturaleza
Porque la Naturaleza de ayer no es Naturaleza.
Lo que fue no es nada, y recordar es no ver.
¡Pasa, ave, pasa, y enséñame a pasar!
Somos, como el hidalgo, copias sin modelo, nostálgicos de una perfección que nunca tuvimos.
El hombre es indiscutiblemente una aparición extraordinaria, pero no es un logro.
¿Es sólo un sueño? Tal vez. De todos modos, hay que tener en cuenta esta «vigilia»: que lo que parece imposible ya ha sido prometido y que, por lo tanto, se mantiene como pensable.
Escribir es saber que aquello que no ha sido aún producido en la letra no tiene otra morada.
Sólo hay que escribir y sobre todo publicar cosas que hagan daño, es decir, que recordemos. Un libro debe hurgar en llagas, suscitarlas incluso. Debe ser la causa de un desasosiego fecundo, pero, por encima de todo, un libro debe constituir un peligro.
…llevaba mucho tiempo trabajando en el proyecto de un reino en que nunca ocurriera cosa alguna, pues nada le resultaba tan odioso como las iniciativas, desarrollos, acontecimientos, cambios y sucesos de cualquier clase…
Hablar me da miedo porque, no diciendo nunca suficiente, también digo siempre demasiado.
El arte de escribir historias está en saber sacar de lo poco que se ha comprendido de la vida todo lo demás; pero acabada la página se reanuda la vida y nos damos cuenta de que aquello que se sabía en verdad no era nada.
Yo soy nuevo aquí, no sé, no es como creía, todo se escapa, nunca se llega, no se entiende.
Toda literatura comienza con himnos y acaba en ejercicios.
Autoría de las citas:
1, 3, 9 Plutarco / 2 Eugenio Trías / 4, 7, 24, 25, 28 Jacques Derrida / 5, 12, 15, 18, 23, 26, 31 Emil Cioran / 6, 11, 16, 22 Javier Gomá / 8 José Ortega y Gasset / 10 Arthur Schopenhauer / 13 E. E. Cummings / 14 Vicenç Pagès Jordà / 17 Giorgio Agamben / 19 Rafael Sánchez Ferlosio / 20 Svetlana Alexiévich / 21 Alberto Caeiro / 27 W. G. Sebald / 29, 30 Italo Calvino.
Los separadores de párrafo y la imagen de portada son obra de Ana Coluto, cuya labor agradezco de corazón.
Gracias, Julín. No los ha dibujado Ana, pero sí recopilado y editado.
Me alegro de que te guste, pensé en ti especialmente mientras lo hacía...
Muy chulo el post... tengo que releerlo para que vayan sedimentando estos granitos de sabiduría
Por cierto... los dibujos son de Ana?? Son muy buenísimos 😃